

Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Posada de Babel nació hace ya más de treinta años como un hotel rural con otra mirada. Sus fundadores, una pareja asentada en Madrid, buscaron el lugar idóneo para que su familia creciera en un entorno especial, y lo encontraron en La Pereda, un rincón de Asturias entre la Sierra del Cuera y los acantilados del Cantábrico. Rodeados de robles, castaños, avellanos, abedules... sus hijas crecieron y el hotel fue testigo de exposiciones, conciertos, celebraciones y de muchos huéspedes deseosos de vivir el lugar de una forma "diferente".


Ahora ha llegado el momento de una nueva mirada. Vestíbulo, recepción, salón, biblioteca, cocina... se convierten en un único espacio abierto para que cada visitante lo utilice a su manera, casi como su propia CASA. Intervenir un lugar tan cargado de buena arquitectura, diseño y arte no es fácil, pero decidimos trabajar con valentía y con la alegría del color. Un azul índigo que siempre estuvo en el techo de doble altura del vestíbulo y que, quien lo ha visitado, no olvida. Ese mismo índigo lo conquista todo: techos, paredes, algunos muebles, el piano, la biblioteca... los límites desaparecen y todo puede ser de muchas formas. Una mirada al pasado con respeto pero sin nostalgia, que abre el camino a otros treinta años llenos de emoción.

Un solo material, el hierro sin tratar, trabajado casi artesanalmente, con mimo y precisión, organiza los nuevos usos. Forma un mueble móvil y divisible que alberga despensa y neveras de cada habitación. La chapa perforada crea un efecto muaré como velo, dejando entrever los productos. Todo vale, todo puede ser bello. Una isla/barra/mesa del mismo material y formas curvas invita a reunirse, comer, leer, trabajar, reír... bajo luces que caen del techo y que todos confunden con duchas. Nos gusta decir que son duchas de luz.

Un círculo roto en la pared conecta la cocina con el resto del espacio. Los muebles de hierro conviven con azulejos clásicos o "no acabados". La naturalidad guía cada decisión, rompiendo barreras propias. Dicen que ahora todos cocinan, y eso une a la gente, convirtiendo el lugar en un REFUGIO más que en un hotel.

Puertas plegables de vidrio permiten que el exterior entre o el interior salga, uniendo el azul del interior con los verdes del exterior: una CASA ABIERTA. Los muebles de siempre también cambian, dejando ver capas antiguas de tapizado, estructuras de madera con huellas de grapas o carcoma. Todo se reaprovecha, todo se reconvierte. La planta de dormitorios seguirá este mismo lenguaje: azul y madera que, curiosamente, se vuelve más elegante. "Sorpresa" es quizá la palabra más repetida. Empezamos sin saber dónde acabaría… ¿y no es maravilloso?

Para terminar, "LA ÚLTIMA BROCHA" deja testimonio en el vestíbulo de lo poco que hace falta para transformar un lugar. Porque quizá lo único que deba cambiar es, sencillamente, la MIRADA.


Ahora La Posada de Babel pasa a llamarse simplemente: LA POSADA.























